All I Wanna Do Is Rock...

Thursday, September 01, 2005

Tirso Vs. Fellini ( I )

Nota: No sabía si publicar esto aquí, porque no va. Esto es de las cosas que escribo para otras cosas, pero no quiero que crean que los tengo abandonados porque quiero y mientras estoy cheleando, rascandome el ombligo y gritándole guarradas a cualquier vieja que pasa y medio vale la pena. Es verdad que hago todo eso, pero ya entrada la noche me gusta escribir para ustedes, pero hay veces que las obligaciones no me lo permiten y ya estoy harto de sus caracteres pasivo-agresivos y sus reclamos de madres judías, así que para que se entretengan mientras puedo escribirles algo de sustancia, ahi les dejo esto que no va con lo que suelo escribir. Así que ya saben, no quiero recibir quejas de que esto está muy largo, porque si no quieren ni tienen que leerlo, total que ni va para ustedes, pero si lo hacen, no sean groseros y no se queden callados. Besos Fornicantes.
A la Verga los Museos.


Ya somos muchos. Es un hecho que ya somos más de una generación entera los que estamos hartos más allá de lo descriptible de que nos digan que la cultura vive en los museos.
Sobre todo estamos cansados de escuchar los mismos nombres, los mismos siete artes, y los mismos cincuenta libros como si fueran la única cosa que ha producido la humanidad en millones de años de existencia. Ya no podemos, ni queremos soportar escuchar una vez más que solo Beethoven, Picaso, El Quijote de la Mancha o El Barbero de Sevilla valen la pena, y que después de la muerte de Homero, Cervantes y Shakespeare la humanidad no ha vuelto a hacer nada que valga la pena.
Parecería entonces como si todo tiempo pasado fuera mejor, como si, estos gigantes, canónicos en si mismos hubieran construido estandartes sagrados, como dioses, que no deben ser tocados ni cuestionados, sino venerados como prueba de que la humanidad se hace cada vez más estúpida, prueba de que los jóvenes no tenemos por que abrir la boca, pues estaremos de antemano equivocados, porque no somos Immanuel Kant ni René Descartes.
Inevitable. Cada vez somos más, y estamos más hartos de ser ignorados. Esta misma cultura pedante e intelectualoide que hubiera querido que nos quedaramos callados aceptando sus pruebas de nuestra inferioridad parece haber olvidad el origen del impulso creador que llevó a estos gigantes de la cultura Occidental a producir sus más grandes obras: La pasión, la inconformidad, la rebeldía, el desacuerdo, una nueva manera de ver la realidad, y el estar hartos de quedarse callados. No parecen haberse dado cuenta de la contradicción de venerar estas virtudes en sus íconos, y clasificarlas como defectos en nosotros, las nuevas generaciones.
La respuesta, entonces, no se dio a esperar: si nuestras voces iban a quedar condenadas al silencio y a la exclusión de su parte, nosotros no teníamos por que guardar una actitud de respeto ante sus ídolos sacros. Si no nos querían en su mundo, no nos tendrían ahí, pero no nos iremos al olvido a donde les gustaría relegarnos. Crearemos nuestro propio mundo, un mundo habitado por Comics y Videojuegos, un mundo de MTV y los beatles; no importa si ellos no estan dispuestos a escucharnos, nos escucharemos entre nosotros mismos. Formularemos nuestros propios ideales, nuestros propios principios, y como reacción a su mundo, tendremos a los Simpsons y Southpark, tendremos la Ironía. Aceptaremos ser ignorados por ellos, pero no guardaremos un respetuoso silencio. Nos burlaremos de sus ídolos, tomaremos sus contradicciones y las amplificaremos, les arrojaremos a la cara todo lo que no quieren ver de si mismos, todo lo que les gustaría que –como nosotros- no existiera para afear su mundo.
Nuestro nuevo mundo es una de las más grandes rupturas de los últimos tiempos, al mismo tiempo que una de las más emocionantes aventuras, lista a redefinir en todo lo posible la vida y al ser humano dentro de ella. Hemos asistido al cuestionamiento de todo: desde la política hasta la organización social. Hemos sido testigos del surgimiento de nuevas propuestas estéticas en todos los campos, así como la ascensión de nuevos fenómenos de comunicación –como el videojuego o el comic- al nivel de las artes. Tenemos a Tarantino y a Kaufmann, a Gondry y a Jonze, a los Beatles y a Morrison, a Warhol y a Pollock, a Halo y Half Life, ya no estamos en silencio, tenemos ídolos, íconos, millones de estilos, canales de comunicación, tenemos medios, tenemos fines, y más importantemente, nos tenemos a nosotros mismos. Tenemos Voz.
Pero no todo han sido ventajas de vivir en este nuevo mundo. La ruptura con ellos y sus museos no vino gratis. Nos hemos acostumbrado a escuchar solo nuestra propia voz. Si algo caracteriza a los que estamos hartos de que se nos imponga la cultura de museo, es una marcada desconfianza a todo lo que provenga de ahí, lo cual en sus formas más extremas se manifiesta como intolerancia y cerrazón estúpida y violenta a cualquier cosa que no sea aprobada por las voces de esta generación.
Por si eso fuera poco, al escuchar solo nuestra propia Voz, hemos perdido la habilidad de entender otras voces, hemos olvidado como hablar el dialecto del que renegamos, lo cual nos deja en una seria desventaja. Puede venir en forma de Déficit de Atención, que no nos permite leer un libro si no tiene dibujitos, o ver una película en la que no salga Keanu Reeves pateando a agentes con traje y lentes oscuros en un refrito del Platonismo y Constructivismo, y peor aun si dura más de hora y media, o es en blanco y negro. O puede venir también como desinterés y aburrimiento, o insensibilidad en general ante cualquier cosa que huela a museo. Si esto es así y es auténtico, bien. Nadie puede ser culpado por no emocionarse o interesarse por algunas cosas y si por otras; más bien es así como funciona todo este asunto de los gustos y la apreciación. Más aun si, como una Colonia que recupera su independencia, se rechazan los productos que vienen del antiguo opresor, nadie puede ser culpado. Pero eso si, no crean que esto viene sin un precio.
Y el precio puede ser tan alto como convertirnos en aquello contra lo que luchamos: Personas intolerantes y prejuiciados, deseosas solamente de escuchar su propia Voz y dispuestas a rechazar todas las cosas que no provengan de ellos, guiados por la ceguera del miedo. En resumen, envejecer, y como casi todas las revoluciones de la historia, fracasar en el camino. No cambiar nada de lo que nos molestaba en un inicio, ante lo que nos revelamos, sino más bien solo derrocar a los opresores de su trono para colocarnos nosotros en ellos. Cambiar la Museocracia por la MTVocracia no es precisamente mi idea de progreso. Y la peor parte no se la llevarán ellos, sino nosotros. No hay peor pérdida que cerrar los ojos y los oidos a lo que nos rodea y que es ajeno a nosotros; buscar solo la autoconfirmación en nuestras propias voces y a nuestros propios ojos no es solo una de las muestras más patéticas de inseguridad, sino también la mejor manera de perderse de un millón de maravillas del universo. Creer que somos los únicos que tenemos algo que decir nos garantiza de que nos perderemos las millones de cosas que se han dicho y que valen la pena, por el solo hecho de no provenir de nosotros. Y quien estrecha su propia cosmovisión por miedo o ignorancia, tiene su propio castigo en su actitud.
Yo no puedo decir que participo al cien por ciento de esa actitud… sería mentira. Pero debo confesar que soy parte de mi época, y que me entran dudas cada vez que alguien me invita a un concierto de música clásica. Nunca me siento muy cómodo cuando sé que se acerca una exposición de 100 diapositivas de las obras clásicas de la escultura, y creo que hay pocas cosas más horrorosas para mí que leer a Góngora. Sin embargo, eso viene de mi parte mucho más de un sincero aburrimiento o incapacidad para comprender la obra, a veces por falta de contexto o información, a veces por no compartir el código o la capacidad para leerlo, pero nunca por rechazo. Considero que tener esta actitud me ha dado mucho más de lo que me ha exigido. Gracias a ella soy aficionado a muchas obras de la filosofía clásica y medieval, entre otras, y realmente he descubierto a algunos compositores de música clásica que me atrapan sin remedio. He podido leer algunas de las aventuras más interesantes y la poesía más desgarradora gracias a no haberme cerrado a lo que no proviene de mí, y a intentar las cosas antes de rechazarlas.
Pero mentiría si dijera que no siento rechazo o desconfianza por algunas cosas desde antes, o por lo menos una abierta e inexplicable hueva. Una de estas cosas era el cine de Fellini. Y es que la sola mención de este nombre es suficiente para arrancar un falso gesto de éxtasis de cualquier pseudointelectual del cine. Es uno de los más grandes ídolos, uno de los clichés más repetidos y una de las vacas más sagradas en los círculos del cine culto o de museo. Entonces, obviamente, alguna parte de mi inconsciente me gritaba: “¡Cuidado! ¡Píldora para dormir!”. Muy en el fondo de mí, pensándolo sin pensar, sabía que Fellini tenía el potencial de ser tan emocionante como una Historia Extendida del Uso de las Cucharas en la Monarquía Inglesa. Y por supuesto que pospuse en todo lo posible el enfrentarme al cine de este individuo, pero al fin y al cabo el momento tenía que llegar, y solo había una forma de averiguar la capacidad somnífera de este respetado señor…

8 comments:

Gran Fornicador said...

De acuerdo con ambas.
No puedo creer que aunque sea dos personas hayan tenido la paciencia de leer esto, teniendo en cuenta su longitud. Gracias, de veras.

Anonymous said...

Oye! yo si lo lei, pero te comento despues y con calma al respecto.
saludos

Anonymous said...

El arte... el arte? a mí me vale vergas lo que se suponga que debería saber o debería gustarme, clásico o moderno, si no me hace sentir y perderme me vale madres!

Gabriela said...

Y ahora, despuès de haber leìdo su post y Hellspawn, me siento mucho mejor.

Saludos

Gran Fornicador said...

Despues te digo entonces que pienso de tu comentario, rosángela.
Usuario anónimo, emm, pues... supongo que está bien, supongo...
Fosfocito, se nota que usted es mujer fina y de buen gusto. Hellspawn rifa.

Anonymous said...

Hola! ya lo leí todito. Sale sobrando que diga que yo me voy por lo clásico, no?. Es que solo eso vale la pena (jeje, no es cierto... bueno un poco, al menos en música, para mí). Saludos!!

Gran Fornicador said...

Que comentario, perra cizañosa? (También es con cariño, jejeje)
No crei que lo fueras a leer todo, Florencia, y todo el mundo tiene derecho a su opinión, ese es el punto. Resulta ser que tu opinión es también de buen gusto y estudiada, y estos son temas que nos conviene más discutir al calor de un café, porque me da hueva escribir tanto. Saludotes!

Anonymous said...

ya ves, a mí tarantino me da sueño...