All I Wanna Do Is Rock...

Wednesday, November 14, 2007

Media Verónica

Media verónica despierta
le molestó la luna por la ventana abierta.
Llegó una carta desde el frente el cántaro se rompe
y se secó la fuente.
Va a decidir qué hacer cuando despierte del todo
y borrar con la mano lo que ayer escribió con el codo
habrá que ver
si la crónica verónica reacciona
la verónica mitad
tiene muy poca maldad
pero está cansada de esperar.

Iba a seguir mi camino de posts sobre la Verdad.
Pero me puse a leer mi blog, estoy enfermo, no quiero trabajar. Vi posts viejos, me reí mucho, luego me puse triste. Es difícil de explicar, he estado intentando ponerlo en palabras, y además no se puede.
Si intento hacerlo de manera vulgar, básicamente me siento como Bart cuando nace Lisa y Selma y Paty dicen "al crecer van perdiendo su gracia"...
Si intento ponerme serio, en realidad siento que vendí mi alma al hospital. Yo no soy eso, y no se puede pasar la vida fingiendo ser lo que no se es. Yo no soy un médico. Pero esas palabras no lo capturan.
Esas palabras parecen no salir de mí. Creo que para poder decir lo que siento, tendría que ser en poesía, o en humor (que para el caso es lo mismo). Pero no puedo. El yo que Habla está muerto.
A veces siento que me he puesto mejor, que estoy recuperándo(me), a veces siento que todo está perdido. Paradise Lost and Far East of Eden.
Espero no se entienda mal. No estoy triste, no quiero compasión, no quiero justificación, no pido nada de nadie, no hay sentimiento de tragedia. Solo hay atestiguar, tranquilamente, como quien mira por la ventana el mundo derrumbarse sin inmutarse.
Supongo que es el peligro de mirar la propia vida en retrospectiva, volverla una cosa, un sólido, un bloque, en oposición a lo que significa estar vivo, atestiguar el presente.
Pero ya lo hice. Ver un post del Chai, leer viejas peleas, viejos comentarios, mis chistes viejos, intertextualidad, consciencia elevada, reflexión, tiempo para vivir, todo en un paquetito, en el limpio y terrible baul de la memoria. Veo el Chai, el símbolo, la fascinación por el Chai y el símbolo, la capacidad de ponerlo en palabras, la capacidad de hacer que la vida signifique a través de las palabras. Borges como salvación, los zombies como medio de explicar la nostalgia, el Chai como trascendencia, Platón como anécdota. Estar encima de las cosas, en fin.
Luego cortarlo todo, derrumbarlo todo. Como plantar bombas en edificios, pararse detrás de una ventana panorámica y mirarlo todo derrumbarse (suena "Where is my Mind", adecuadísimamente).
Luego, ahora, esperar. Mirar y esperar. Atestiguar y esperar. Esperar a que pase la tos. Esperar a que muera el olvido. Esperar a poder levantarme. Esperar, esperar la salvación. Porque es bien sabido que esto no puede terminar así. Es bien sabido que al final, algo salva. Esperar.

En la ventana hay una nota: el pájaro no vuela
tiene las alas rotas.
Media verónica lamenta
que el tiempo se consume y lo demás no cuenta.
La vida es una cárcel con las puertas abiertas
verónica escribió en la pared con la tripa revuelta
nada que ver
no habrá flores en la tumba del pasado
la verónica mitad dice siempre la verdad
pero está cansada de esperar.
(Pero no importa. Nadie va a leer esto, ni deberían. Si quieren leer algo que valga la pena, pasenle a los archivos.)

Wednesday, November 07, 2007

Por fin, la Verdad (I): Adentro, Afuera.

Era una especie de lacerante, dolorosa maravilla. No sé si se hace una idea, coronel. Es algo así como cuando miras los trenecitos eléctricos, sobre todo si está la maqueta, con la estación y los túneles, las vacas en el prado y las lucecitas encendidas a ambos lados de los pasos a nivel. También ocurre ahí. O bien cuando se ve en los dibujos animados la casa de los ratoncitos, con las cajas de cerillas haciendo de camas, y el cuadro del ratón abuelo en la pared, la estantería y una cuchara que hace de mecedora. Sientes una especie de consolación dentro de ti, casi una revelación, que te abre el alma de par en par, por decirlo de algún modo, pero simultáneamente una especie de punzada, la sensación de una pérdida irremediable, y definitiva. Una dulce catástrofe. Creo que tiene que ver con el hecho de estar siempre fuera, en esos momentos siempre estás ahí, mirándolo desde fuera. No puedes entrar en el trenecito, eso es lo que ocurre, y la casa de los ratones permanece ahí, en la televisión, y tú estás irremediablemente delante, la miras y eso es lo único que puedes hacer. También aquella Casa Ideal, aquel día: podías entrar en ella, si lo deseabas, hacías un rato de cola y podías entrar para visitar el interior. Pero si lo hacías no era lo mismo. Había un montón de cosas interesantes, era curioso, hasta podías tocar las figuras de adorno, pero ya no existía aquella maravilla de cuando la habías visto desde fuera, esa sensación ya no existía. Es algo raro. Cuando resulta que ves el lugar donde estarías salvado, siempre estás ahí mirándolo desde fuera. Nunca estás dentro. Es sitio, pero tú nunca estás ahí. Mi madre seguía preguntándome por que estaba triste, y me habría gustado decirle que no estaba triste, al contrario, habría querido explicarle que más bien era algo parecido a la felicidad, a la devastadora experiencia de haberla visto, de golpe, y en aquella casa idiota.

City.
Alessandro Baricco.