All I Wanna Do Is Rock...

Friday, February 23, 2007

Actualizando Aforismos Griegos

Durante mi 1683ava hora en el hospital, ya solo en la tarde, sin pacientes ni nada pero con un chingo y medio de sueño, sólo podía pensar:
-Va. Está chido que Hipócrates la haya tenido cabrona y todo eso por ser el padre de la medicina y la puta madre, pero en sus tiempos nomás existían las 2 tabletas de arcilla o lo que sea que ese guey haya escrito. Si le hubiera tocado vivir en estos tiempos ahi si hubiera visto lo bueno ese guey y su frase sería más bien algo así como "Ars Muy Muy Longa, Vita Muy Brevis".
(pronto post menos al chingadazo, pero no quiero dejar tan desatendido el changarro y la chamba es mucha)

Tuesday, February 06, 2007

Sin Risas Grabadas

¿Por que hacer reír?


Un día uno se despierta y se da cuenta de que la vida es triste, tristísima (así como hay el día en que uno se despierta y se da cuenta de lo contrario, aunque esto último es muy raro). Uno tiene 2 opciones: llorar, o llorar más. Si uno escoge la segunda, eventualmente se cansa (si uno escoge la primera, eventualmente llega a la segunda), y otro día más tardío, de alguna manera, no se sabe bien como, se llega a la risa.

Así, sin más, uno empieza a reírse de las cosas tristes, y se da cuenta de que si el juego ya está perdido (uno ya no juega a ganar, ya no alcanza el autoengaño para pagar esa opción), al menos uno puede irse con la sonrisa más sardónica que la cara pueda aguantar. No vale la pena seguir llorando, cuando la vida se pone realmente triste (cuando se pierde el juego, pues) llorar es redundar (¿vivir y llorar la misma cosa? Válgame la petición de principio).

Además, luego uno se va dando cuenta de que es adicto a la risa. Mientras más se le acerca, más descubre uno sus propiedades curativas, farmacodinámicas, afrodisíacas e insecticídicas. Más aun, uno descubre que, eventualmente, el humor deja un sentimiento de puentear ese abismo que las palabras ya no pueden, entre uno y el Otro (estuve a 5 grados de voluntad de empezar una divagación del lenguaje y sufrimiento que hubiera llevado a este post a un basurero peor del que merece terminar, pero me resistí por su bien, bienamado lector).

Acaba uno, si se intoxica demasiado con humor, creyendo (sabiendo, ¿que no es lo mismo?) que esto de reír y hacer reír, no solo deja el mundo un poquito mejor para uno mismo y para el interrisor (¿cual es la raíz latina correcta de “reir” para convertir “interlocutor”? ¿A quien le importa?), sino que es lo único que eventualmente, hace posible la redención.

Yo ya siento que no perdí el juego. Yo ya siento la redención posible. Yo creo que el humor (y la tristeza) unen. Yo también sigo a uno de mis maestros favoritos (siempre fui mal alumno, por eso yo no aprendí casi nada y no merecería llamarle así, pero él ya está muerto, y no creo que ni me demande, ni se moleste), el bueno y breve (en toda la extensión de la palabra) Augusto Monterroso, que en el extracto 203 de “Monterroso por él mismo” dice:

“En todo caso, el humor no es un género, sino un ingrediente. Cuando el ingrediente se vuelve el fin, todo el guiso se echa a perder; pero siempre habrá quienes gusten de él, así y todo. Bueno, para las vacas la sal no es un ingrediente, sino el alimento propiamente dicho, y tal vez por eso las vacas son más amables y felices, aunque no se rían”.