All I Wanna Do Is Rock...

Saturday, April 28, 2007

Inmolación

Lo único que uno realmente posee es su propia muerte (no se molesten en señalar las contradicciones, algunos niveles textuales trabajan en otras lógicas discursivas).

O mejor, la propia muerte lo posee a uno. La certeza de la propia muerte (como noticia de fuera o protesta de dentro) lo detiene todo y lo redefine. No quiero sonar a cliché existencialista, pero expone el decorado. Lo superfluo de la rutina, despertar, ir al hospital, ir a clases, regresar, leer. De pronto uno se da cuenta de que puede morir, de que puede morir-se. Esa es la experiencia; eso es lo que hace evidente el caracter de huida de las cosas: como una residencia, un hospital, una iPOD, la ropa que usamos, las listas que hacemos. La inmediatez de la idea de la muerte devuelve el caracter de urgencia de la vida. Devuelve lo vital a la vida (no quiero oir la frase "existencia auténtica").

No solo la muerte salva. Entregarse al otro salva también. Ahí detengo el razonamiento, llevarlo más lejos es masoquismo. Las personas salvan. Lo evidente se enuncia: las personas son más importantes que las cosas, que la pinche residencia.

El terror viene después. No se agota solamente en el sufrimiento: el asunto no es que duela, no es que duela cada día más, durante muchos días consecutivos. El terror es acostumbrarse. Yo, por hoy, estoy muy cansado. No propongo soluciones. Yo, por hoy, me rindo (¿eso es crecer?).

Pero yo creo. Yo tengo fé. No hay soluciones, ni razones. La vida es como es. La vida es la vida. Pero yo creo que no nos desdibujaremos del todo. Yo creo que las personas salvan, y que mañana estará mejor que hoy. Yo creo. Yo tengo fé.

Saturday, April 07, 2007

Carta Abierta, Disclaimer y el Post mas Largo del Mundo

Ojalá quede alguien por aquí.
Ojalá llegue alguien.
Si no, a veces creo que da igual (a veces creo que no), que lo importante está en escribir.
Siento que han sido años desde la última vez que posteé (y checando la fecha, veo que casi). Quien haya leido este post sabe por que me cuesta trabajo retomar, y tratar de seguir escribiendo conforme pasa el tiempo.
Cuando decidí escribir hoy, había pensado hacer de ésta una apología de la clausura de este blog. Llegado el momento, decidí diferente. Mejor empezar por un poco de contexto. Los que hayan leido posts pasados o sepan un poco más de mí, sabrán que lo mío (lo que me apasiona, no en lo que soy bueno) es la filosofía (especialmente existencial, aunque sea una reliquia de museo, junto con ciertos problemas de epistemología), la literatura, el cine y muchas cosas de las humanidades. Como terminé en algo relacionado con neurociencias y medicina es algo que ni siquiera yo tengo muy claro, lo cual tampoco significa que sea una completa incógnita para mí.
El campo parecía (y sigue pareciendo) una buena opción para contestar, o al menos acercarme a muchas de mis dudas. Es un reto (enorme), como el juego de ajedrez más complicado al que me parecía tener acceso desde donde estaba parado, y me gustan los retos, me divierten y entretienen, y me gusta divertirme y entretenerme. Y más que nada, la exigencia de compromiso de tiempo completo y dedicación intelectual completa, junto con el desplazamiento geográfico eran las condiciones idoneas de escape: de mí mismo, de mi ciudad, de la situación de indiferencia y mil cosas más que sería imposible describir en este post.
Baste con decir que llegué huyendo, pero ahora no me quedo por huir. Me quedo por razones mucho mejores (como "alguien" que afirma, a la manera de Rafa Gorgori que llegó a la iglesia, y que vio a Jesús, y que él la vio). Pero quedarse es un compromiso enorme. Este es un post de confesión, y yo confieso que casi todos los días me siento incapaz para esto. Mi formación previa es mucho más cargada a humanidades, como lo es mi manera de razonar y trabajar. Este nuevo campo exige un abordaje mucho más médico y experimental, cuyo rigor al principio me parecía pura esterilidad. Mejor, me parecía (y muchas veces me parece) incomprensible e irrealizable.
El campo es exigente. Llevamos 8 materias (si no me equivoco) muy cargadas de trabajo, muchas en áreas de neurofisiología, neuropsicología o neurociencias cognitivas, evolución, neurología, farmacología y demás cosas horribles para un lector de Borges y Sartre. En adición a esta masacre de cambio epistémico, debemos cubrir horario de hospital, lo cual resulta en días de 12 horas entre hospital y escuela, más tareas y trabajos, más ponerse al día de lo que no sé y nunca aprendí durante la carrera; si lo suman, se excede la cantidad de horas que cualquier persona está despierta en un día común. Añádase a esto el compromiso con CONACYT, quienes me dan dinero por estudiar esto y hacer trabajos de investigación y cositas productivas, manteniéndome rollizo y alimentado, pero exigiéndome sin piedad ni consideración una sola cosa: resultados. Esto significa que si fallo (si fallamos), reprobando aunque sea una sola materia, debo restituirle a CONACYT todo lo que ha invertido en mí, que para el segundo año de este asunto ya habrá excedido mucho los cien mil pesos.
Imagínese, astuto lector, la presión. Imagíneme a mí, que me gusta leer (y me gustaría tener el talento para escribir) desde mi mullido sillón con una humeante taza de café y unos cigarros recién abiertos cosas bellas y cuestionadoras del sentido, cargadas de paradojas y referencias oscuras a cosas que tendrán cosas bellas y referencias oscuras ad infinitum, enfrentado a un mundo de presión, donde uno tiene que funcionar cada día al máximo, aprendiendo cosas exactas, de una sola verdad posible y una sola interpretación, nunca antes vistas; imagínese eso en una ciudad nueva, donde al principio no se tenía nada (y ahora se tiene todo), sin dormir, teniendo que aprender miles de cosas nuevas, sabiendo que un error resulta en una deuda impagable con CONACYT, o en sufrimiento humano por el mal diagnóstico de un paciente; imagíneme a mí, enfundado en una bata de hospital, rodeado de médicos, corriendo de aquí para allá con la seguridad de que nunca terminaré nada, y de que todo lo haré mal.
Déjeme confesarle y resumirle todo en unas pocas palabras: da mucho miedo.
Pero más miedo da sentirse desvanecerse. Creo firmemente que uno es lo que hace en un día, y yo ya no hago nada de lo que solía hacer (¿quien soy ahora?). Esto de ninguna manera es una queja. Como ya dije, hay alguien que hace que valga la pena, además de que cuento con a little help from my friends. Pero hay cosas que extraño; específicamente, escribir.
Y por eso me quedo, y por eso no cierro el blog. Porque también creo firmemente que para mí (¿será por mi poca memoria?), lo vivido realmente no se vuelve parte de la vida si no lo escribo. Una experiencia vivida, escrita y comprendida significa la misma cosa para mí. Y la escribo aquí porque me gusta. No hay afán narcisista en esto (en caso de que eso se pueda afirmar de cualquier cosa), hay el deseo de compartirla con quien quiera leer, con quien quiera comentar. Yo prefiero el diálogo que el monólogo, y creo que una de las mejores maneras de entenderse a si mismo es en comunidad.
Por eso me quedo, y este post, más que una apología de por qué cerrar el blog, se convierte en una de por qué cambiar de formato. Ya no puedo pensar de la manera en que lo hacía; ya no puedo escribir de las mismas cosas (por que no leo, por que no vivo las mismas cosas). Yo quisiera que lo que escribo pudiera seguir siendo una puesta en escena de lo leido por gusto o lo reflexionado en tranquilidad, pero no lo será, porque ya no leo por gusto ni reflexiono en tranquilidad, y sin estas cosas, yo no puedo armar puesta en escena alguna.
Así, les invito a que se queden (si son viejos y todavía están por aquí), a que regresen (si son viejos y ya no siguen por aquí) o a que lleguen y se pongan cómodos (si son nuevos) con plena conciencia y conocimiento del cambio de estilo. En vez de puesta en escena ofrezco descripción y autobiografía, entradas tipo diario (aunque no todos los días) de alguien en una ciudad siempre extraña, enorme, con un ritmo frenético, alternando entre hospital, laboratorio (espero, en un futuro, uno hermoso, bello y bueno) y escuela, con las pedas ocasionales, pero en resumen, como todos, tratando de entender como vivir; ofrezco la reflexión ocasional, a la carrera, plagada de errores, pero por lo mismo más vital; ofrezco la observación, la fotografía, el toque humorístico, la nostalgia, el comentario posmo y demás menudencias, ahora mucho menos cuidadas, pero mucho más honestas. A manera de ejemplo este post (demasiado largo, prometo no volverlo a hacer), que no tiene nada de bello, pero lo tiene todo de verdadero. Ofrezco, en resumen, lo que ahora puedo ofrecer. Ojalá lo quieran aceptar y quieran seguir por aquí, dándole vida a todo esto y viendo entre todos como le damos forma a lo nuevo.
Porque al fin y al cabo eso es la vida: cambio, no estabilidad. La quietud que a veces nos quieren vender por paz se parece en mis ojos mucho más a la muerte, a lo inorgánico que a la vida. Si algo he aprendido ultimamente es que la vida se adapta, evoluciona. Si algo he confirmado ultimamente, es lo que ya creía: no importa lo adverso de las condiciones, la vida se abre camino.
¡Salú!